Dice Pipi: “La palabra Rata la uso mucho. Me gusta la rata porque es un animal inquieto, arriesgado, curioso, que sale de noche y es visto como un bicho raro, intuitivo e impredecible. Como músico me siento bastante identificado y en la música de este disco se perciben estas cualidades. La característica de este disco es que la mayoría de las composiciones son mías, más un tema hermoso de Lucio Balduini y un par de standards. El tema del John Coltrane salió de una prueba de sonido en el cual lo recordábamos el día que se cumplieron 50 años de su muerte y quedó una versión que me gustó. Ah, y también soy Rata en el Horóscopo Chino, pero mucha bolilla no le doy a esas cosas.”
Dice Diego Lenger del Club del Disco: “Como arranque, los primeros tres temas (todos de Pipi), son un mazazo. Tanto Steve (track 1) como River Plate (2) acumulan ostinati en las distintas voces hasta decantar una esperada melodía que funciona como cadencia que resuelve con alivio las tensiones generadas previamente. En tanto que Aura (3) es una balada, pura melodía, simple y bella, con sorpresa gracias a un cambio armónico inesperado y a su aire de milonga.
Luego, si partimos el disco en tercios, vienen tres temas que comienzan con Adiós (4) de Lucio Balduini. Comienza con el típico pattern que ya es su marca registrada, pero que va cambiando de subdivisión. Cada instrumento toma el motivo de una manera diferente, lo que genera corrimientos que ocurren también en otros temas del disco. Hay algo que recuerda a las primeras polifonías medievales, a la escuela de Notre Dame. Nada más lejos del jazz argentino, se dirá... Pero no es así, siendo que es una música tan amplia, libre y generosa que permite que entre de todo, hasta un émulo de Perotin. Monumental (5) y Lolo (6) cierran este segundo tercio y también llevan la firma de Pipi. La última, ya estaba presente en Studio 2, disco de Escalandrum grabado en Abbey Road.
La última parte del disco trae dos conocidos temas de Coltrane (Naima,track 7) y Monk (Evidence, 9), más otra entrega de Pipi Piazzolla, Violeta en tren. La sensación al terminar de escucharlo entero es que se trata del trabajo más redondo del trío, una suerte de consolidación luego de tantos años juntos. Si bien los juegos rítmicos que son ya marca registrada del baterista están presentes, acá prima el trabajo del grupo con las estructuras melódicas de los temas, lo que hace que sea un disco sencillo de transitar inclusive para gente no muy familiarizada con el lenguaje del jazz.
Nuevamente aplausos para el sonido que le saca Facundo Rodríguez a la grabación y para el arte gráfico, otra vez en manos de Pontenpié. Un disco clásico de 2019 comienza su camino.”